Es muy común que escuchemos decir que los diputados y los senadores gozan de «fuero constitucional». ¿Qué quiere decir esto? Ya sabemos que los diputados y senadores -o sea, los legisladores- son representantes de la nación. Por eso, durante el tiempo que dura la labor en sus respectivas Cámaras, dichos representantes deben dejar de lado sus intereses personales y dedicarse exclusivamente a los que tienen que ver con el bienestar del pueblo. A cambio de este esfuerzo, el pueblo les brinda protección. ¿De qué manera? Mientras se encuentran trabajando -dentro o fuera de la Cámara- los legisladores gozan de inmunidad, lo que quiere decir que ningún diputado o senador puede ser detenido por la policía aunque cometa una falta o incluso un delito o un crimen. Antes de ser sometido a juicio, el Congreso de la Unión debe declarar que procede juzgarlo. Sólo entonces se le puede juzgar como a cualquier persona. Tanto senadores como diputados pierden el derecho de inmunidad en el momento en que concluye su trabajo en las Cámaras.
Otra de las protecciones que tienen los legisladores es el derecho a hablar de lo que quieran, con absoluta libertad. Nadie puede prohibirles expresar su opinión aunque ésta resulte extraña, extravagante o como queramos llamarla. Los diputados y senadores pueden criticar al presidente, a los jueces, a sus mismos compañeros de Cámara o a cualquier ciudadano que ellos consideren que actúa en contra del pueblo. Incluso algunas afirmaciones que dichas por otra persona resultarían un delito, el legislador puede expresarlas sin preocupación. Esta protección de los legisladores, como ya dijimos, se llama «inmunidad» y es un derecho que tienen durante y después del ejercicio de su cargo.